Los dulces recuerdos de los días de Antaño.

Reseña sobre Antaño, antología de cuentos de Fantasía de la autora Paula Rivera Donoso.

A diferencia de las reseñas que escribí para la columna Zoón fantastikón (salvo por una), en este blog quiero que las reseñas nazcan desde otros ángulos, si bien con un toque formal —si se pueden algo academicosas, estría bien; pero no tanto—, quiero que tengan un elemento más íntimo, porque considero que una cosa no tiene que estar peleada con la otra. Escrito lo anterior, prosigo. 

Antaño (2023), quinto libro publicado por Casa futura ediciones1, de la autora Paula Rivera Donoso (Viña del Mar, 1987) es una obra conformada por cuatro cuentos de Fantasía2, que nos traslada a un periodo previo a nuestra época posmoderna. Dicha época no estaba tan lejana del tiempo del Érase una vez…, donde las hadas, los magos y los dragones aún caminaban en este mundo para maravillar el corazón.

No obstante, la Fantasía no sólo trata de maravillar, sino también su narrativa tiene una capacidad autorreflexiva, puesto que algunas obras pueden tener “un tratamiento subversivo del orden social e ideológico”3. Estos elementos están presentes en la obra de Paula, pero no es lo único, Attebery agrega que “la [Fantasía] parte de ideas contemporáneas sobre sistemas de signos y la relatividad de los significados, a la vez que ejecuta una reapropiación de la vitalidad y libertad de las formas no miméticas tradicionales como la épica, el cuento popular, el romance y el mito”, aspectos que están presentes en cada texto de la antología. Vayamos por partes.

A diferencia de mi reseña sobre El idioma de los dragones, en esta ocasión sí iré en el orden dispuesto de los cuentos. El primer texto se titula: “La niña de oro”, este retoma las formas de un cuento popular que nos presenta una peculiar amistad entre dos niñas: una dorada, que habita el bosque, y otra humana. Aquí la autora explora de forma sutil la amistad para centrarse en el paso del tiempo por medio de una reflexión sobre los vínculos que nos permiten aprender y conocer más sobre el mundo, aunque eso signifique perder algo. Este relato me evocó mucho a la novela El secreto del Bosque Viejo de Dino Buzzati, en ella también tenemos un niño, que por medio de crear una amistad con los seres feéricos que habitan un bosque cercano a su hogar, comprende lo que es la pérdida y el dolor de crecer.

“La marca de las estrellas”, segundo cuento, roza un poco más con la forma de la épica, en especial una de sus ramificaciones. Aquí la Fantasía es subversiva, porque observa los dilemas de la maternidad desde la perspectiva de una mujer guerrera. Además de la prosa tan poética que suele manejar la autora, aquí se animó a incluir versos de canciones, este toque no sólo nos presenta una capa más de la personaje principal, sino que nos deja ver más de ese mundo:

Nada hay en el bosque que pueda hacerle frente
a una madre con una espada.

Este texto me ha gustado mucho, porque, como lector y fan de Conan el cimmerio, detecto una aproximación, hasta cierto punto, con las formas de la espada y hechicería (a veces considerada como subgénero de la épica). Así que en lo personal me permite pensar que la espada y hechicería aún tiene mucho por decir, sobre todo porque aquí la autora juega, totalmente, con el papel de una heroína guerrera, evocándome un poco a una heredera de Jirel of Joiry4.

En el puesto número tres se encuentra: “Los hijos del viento”, este sería mi relato favorito de la antología, porque Paula se aproxima más al mito para presentarnos una historia sobre la amistad. Tiuin y Aislin son amigos, ambos pertenecen a una tribu que habita un peñasco y se mantiene alejada del resto del mundo, así que su cosmovisión se reduce a lo que les rodea y el viento. Cada año los jóvenes deben pasar una prueba de iniciación, que consiste en escalar una parte del acantilado para hallar un antiguo huevo azul o eso dicen las leyendas de su pueblo. Tras sobrevivir a esta prueba, Tiuin y Aislin encuentran al fin el objeto legendario, que despertará la magia de antaño y hará que los amigos deban enfrentarse al status quo de su tribu. De nuevo tenemos un texto cargado de una Fantasía subervisa, puesto que cuestiona la ideología de un pueblo que se conforma con olvidar que las historias transmitidas del pasado pueden ser una brújula para andar hacia el futuro. Por supuesto, el texto es autorreflexivo:

“La verdad es que me he pasado toda la vida viendo cómo los demás vivían las suyas sin apenas sobresaltos de comunicación o pensamiento, como si encajaran a la perfección los unos con los otros o como si su mente fuese una senda lisa y recta, en la que solo cabe ir hacia delante. Sus tristezas y sus esperanzas se me aparecían mínimas, triviales […]. Las mías las sentía tan hondas que no sabía cómo expresarlas, ni sé aún cómo hacerlo. Era como si el acto mismo de existir fuera una eterna pregunta sin respuesta”. Diálogo de Aislin.

En el pasaje citado, hallo mucho de lo que considera que aqueja mucho a ciertos fantasistas: la necesidad de hablar de ese otro mundo, no para huir de este, sino porque la desconexión que se siente con este mundo solo puede sanar al hablar de ese otro mundo, de esa otra realidad percibida con la imaginación. Un verdadero acto de magia.

Esa última oración me conduce a hablar del cuarto cuento: “El hijo del herrero”, el broche dorado que cierra este libro tan maravilloso y que considero podría ser el corazón del mismo. De nuevo la autora nos lleva a un estilo de cuento popular, pero este un poco más próximo a nuestra modernidad. Me refiero a lo siguiente: mientras que en “La niña de oro” me recuerda un poco más a un cuento de hadas pasado de generación en generación, este me resulta un texto que emula ser un cuento de hadas de ese estilo como serían los cuentos de Dickens o el que escribió Tolkien, con el que este cuento entabla un diálogo directo5.

Así pues, este texto no sólo es autorreflexivo por mostrar algunas ideas que la misma fantasista ha desarrollado en algunas de sus entradas de blog6, es subversivo porque sin dudarlo cuestiona directamente lo social e ideológico: sobre cómo las historias nos permiten forjar nuestro camino para alejarnos de aquello que nos ata. Pero este texto tiene algo más, también podría leerse como un texto de teoría ficción: trata de resolver una problemática sobre Fantasía desde la misma Fantasía: ¿la fantasía bootleg es suficiente para aproximar a la gente a la Fantasía? Cito:

“Imagínate ser alguien como cualquier persona de este pueblo y de pronto descubrir que el mundo exterior es algo más que las redes de las ciudades aledañas. ¡Debe ser una presión tremenda! El problema es que nosotros, los que descubrimos hace mucho, cargamos con otro dolor: el de comprender que este mundo reposa en un pasado cada vez más agrietado, por cuyas fisuras se siguen perdiendo día a día muchas cosas importantes”. El mago al hijo del herrero.

Considero que sí, pero eso lo digo desde mi propia historia, más bien invito a que lean o relean este cuento con detenimiento y se pregunten qué significa para ustedes la Fantasía y qué papel ha desempeñado en sus vidas.

Para finalizar esta extensa, mas insuficiente entrada, me gustaría hablar sobre la parte intima que comenté al inicio. Este libro fue lo primero que leí este año (2024) y fue una lectura que sirvió para reconfortarme en momentos complicados de mi vida, me recordó que el camino de aprendiz de fantasista no es sencillo y que requiere mucho sacrificio. Gracias Paula Rivera Donoso, por guiarnos hasta esas regiones de Faeri.



  1. Séptimo si tomamos en cuenta las antologías Liminales que se conforman de varios autores, ya que ahorita tomé en cuenta los libros individuales. ↩︎
  2. Cada que escriba esta palabra con mayúscula será para enfatizar que me refiero al género no mimético y poder distinguirlo del mero sustantivo. ↩︎
  3. Brian Attebery, Strategies of Fantasy, 1992. ↩︎
  4. Una de las primeras protagonistas de la espada y hechicería creada por la escritora C. L. Moore, este personaje debutó en 1934 en el relato «El beso del dios negro». ↩︎
  5. Me refiero al cuento de El herrero de Wootton Mayor, de los últimos cuentos escritos por el Profesor y fue publicado en 1967. ↩︎
  6. Me refiero a Tierra de Fay ↩︎

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